Sonntag, Juni 26, 2011

Bleib immer im Ruhe

Siento el estómago como un acordeón,
plegado por manos invisibles
que no dejan salir las notas
palabras
que pugnan por salir

las frases sin embargo
como los recuerdos de Pessoa
se atascan
son cuentas en un hilo herrumbroso
y no fluyen
al moverlas en mi cabeza.

Y no puedo escribir, siento torpeza, rugosidad en mis versos, y rugosidad en mi prosa, como si cada palabra, al acariciar el texto con los ojos, raspara las pupilas, e impidiera el paso de una letra a la otra, o entre las lineas, pinchando incluso el ritmo, la cadencia...
E intento pintar, pues es mi única medicina, cuando las imágenes se agolpan y no pueden salir, ni pueden ser dichas con palabras, para evitar que se pudran por dentro, y tampoco puedo. Los lápices se resbalan en mis manos, la punta va más allá de donde mi ojo fijó su objetivo, y el resultado me roza el ridículo o el patetismo, intentando plasmar en dos dimensiones la multidimensionalidad de un sueño, y colores que no existen en la realidad. La tinta se corre bajo mis dedos, y mancha el papel, más que cubrirlo; los colores se mezclan sucios, sin ton ni son, y las luces y las sombras se confunden con mi impotencia, con la propia imagen ya demasiado emborronada y un papel de un blanco opaco, donde antes surgían criaturas y paisajes medio reales, medio imaginados.

No obstante, las hormigas no se rinden.